Existen diversas maniobras que resultan muy efectivas para atajar los síntomas del vértigo paroxístico benigno y recuperar el bienestar
Notar que el mundo se tambalea no es una sensación agradable. Pero es, al mismo tiempo, una sensación muy familiar para miles de personas. Especialmente para aquellas que padecen vértigo paroxístico benigno.
Este trastorno del equilibrio, también conocido como vértigo posicional paroxístico benigno o VPPB, se caracteriza por la aparición de episodios de vértigo recurrentes. Estos episodios se desencadenan como consecuencia de cambios en la posición de la cabeza, como un giro brusco o una inclinación forzada, y su duración es breve, pues normalmente no suelen durar más de un par de minutos.
Como su propio nombre indica, esta es una afección benigna. No entraña ningún tipo de riesgo, con la excepción de posibles caídas y lesiones derivadas de la pérdida de equilibrio.
Con todo, el vértigo paroxístico benigno es extremadamente molesto. Y es que la sensación irreal de movimiento, que ya de por sí es desagradable, no viene sola. Está acompañada de una serie de manifestaciones, entre las que se encuentran los mareos, las náuseas, los vómitos, el aturdimiento y el nistagmo, unos movimientos oculares involuntarios.
Por estos motivos, las primeras veces que se presenta podría causar cierto pánico o preocupación. Pero no es, para nada, una enfermedad peligrosa. Y, de hecho, su solución es bastante sencilla.
Cómo se diagnostica el vértigo paroxístico benigno
Cuando las personas experimentan un cuadro sintomático similar al del vértigo es conveniente que visiten a un profesional de la salud. En la consulta, los especialistas en Otorrinolaringología realizarán una exploración física e interrogarán a los pacientes acerca de sus síntomas para confirmar o descartar el vértigo paroxístico benigno.
No obstante, el mecanismo más efectivo para diagnosticar esta afección es, sin duda, las maniobras de provocación como la de Dix-Hallpike.
Durante esta prueba, los médicos sientan a la persona afectada en una camilla, girando su cabeza 45 grados hacia un lado. A continuación, la tumban rápidamente hacia atrás, colocándola boca arriba, de forma que su cabeza cuelgue unos 20 grados. Esta posición se mantiene durante un minuto, con el fin de comprobar si aparecen los síntomas del vértigo o si sus ojos se mueven de modo veloz hacia una dirección concreta. Es decir, si la postura desencadena un nistagmo.
Si los resultados no son concluyentes puede repetirse la prueba varias veces. Dejando, eso sí, un par de minutos de reposo entre cada intento. Pero si se detecta el nistagmo y el paciente experimenta molestias se diagnostica definitivamente el vértigo paroxístico benigno.

Un vistazo a la anatomía del oído
El vértigo paroxístico benigno es, con diferencia, una de las causas más habituales de vértigo. De hecho, alrededor de una de cada tres consultas relacionadas con el vértigo periférico (aquel que se origina debido a problemas en el laberinto o el nervio vestibular) se corresponden con este tipo.
Ahora bien, ¿por qué aparece? Realmente se desconoce la causa exacta, aunque los expertos creen que podría surgir como consecuencia de, entre otros factores, traumatismos en la cabeza o cirugías de oído. Además, la posibilidad de padecerlo se eleva conforme aumenta la edad, siendo común que su intensidad fluctúe a lo largo del tiempo.
A pesar de que todavía hay muchas incógnitas, se han descubierto varios métodos para frenar el malestar o curarlo. Sin embargo, para comprender cómo aliviar las manifestaciones primero es necesario conocer el funcionamiento y la estructura del oído.
En el oído interno se encuentra el sistema vestibular: tres tubos rellenos de líquido (el canal semicircular anterior, lateral y posterior) que resultan esenciales para el equilibrio, dado que le indican al cerebro la posición del cuerpo en las tres dimensiones del espacio. Próximos a ellos se encuentran otros dos órganos vestibulares: el utrículo y el sáculo, que contienen unas diminutas partículas de calcio denominadas otoconias u otolitos.
Determinados cambios de posición de la cabeza provocan que estas pequeñas rocas escapen y acaben flotando en uno de los canales semicirculares. De este modo, las señales que se envían al cerebro son confusas, damos la información de que estamos girando cuando en realidad estamos quietos. Al no haber información exacta sobre la posición del cuerpo, emergen las manifestaciones del vértigo paroxístico benigno.
Por tanto, el objetivo del tratamiento del VPPB es reposicionar los otolitos. Es decir, lograr que estas piedras abandonen los conductos semicirculares y regresen nuevamente a su ubicación original.
Cómo aliviar los síntomas del vértigo paroxístico benigno
Hay un interrogante que ronda la mente de todas las personas afectadas por el vértigo paroxístico benigno: ¿cuál es el tratamiento más adecuado para combatirlo?
Por extraño que pueda parecer, los medicamentos apenas surgen efecto. Es típico encontrar a pacientes con vértigo “crónico” que no responden a tratamiento con fármacos, cuando en realidad lo que sufren es de vértigo paroxístico benigno. En cambio, hay una serie de maniobras de reposicionamiento canicular con un gran potencial a la hora de paliar las manifestaciones.
La maniobra de Epley es una de las más comunes. Tras sentar al paciente en una camilla, el profesional gira su cabeza hacia el lado en el que nota las molestias. Posteriormente, le acuesta de espaldas manteniendo esa posición. Gira su cabeza hacia el lado opuesto y, acto seguido, gira también su cuerpo para alinearlo. Finalmente lo incorpora, sentándolo de nuevo.
Otra de las más empleadas es la maniobra de Semont. El inicio es idéntico: la persona afectada debe estar sentada con los pies colgando. Pero, en este caso, su cabeza estará girada en un ángulo de 45 grados hacia el oído bueno. El paciente debe tumbar su tronco en la camilla, hacia el lado del sistema del equilibrio afectado. Al cabo de un minuto, se incorporará brevemente para acostarse hacia el otro lado. De este modo, el oído afectado quedará en la parte superior. Por último, se regresa a la posición inicial.
Ambas maniobras suelen llevarse a cabo en la consulta de un especialista en Otorrinolaringología y mareos cervicales, ya que este profesional dispone de los conocimientos necesarios para discernir si se trata de un vértigo posicional, saber qué oído o sistema vestibular está afectado, en qué conducto semicircular se produce el vértigo paroxístico benigno y cómo ejecutar estos movimientos satisfactoriamente para trasladar los otolitos de vuelta al utrículo y al sáculo.