Los casos más severos de amigdalitis o apnea del sueño podrían solucionarse mediante intervenciones quirúrgicas como la amigdalectomía en adultos
El sistema inmunitario está conformado por multitud de líneas de defensa. Una de las primeras son las amígdalas: dos masas de tejido linfoide de forma oval y color rosado. Ubicadas en ambos lados de la garganta, desempeñan un rol importante, sobre todo en menores, a la hora de proteger al organismo de los patógenos que penetran por la boca.
En los adultos, las amígdalas pierden su función inmunológica y tienden a reducirse de tamaño. A pesar de esta tendencia natural, en algunos casos este tejido mantiene un tamaño agrandado o sufre de infecciones de repetición. Ante estas circunstancias podría ser conveniente deshacerse de ellas, y aquí entra en escena la amigdalectomía en adultos.
A veces, el aumento de tamaño de las amígdalas ocasiona serias dificultades para respirar durante las noches. Otras, estos tejidos capturan demasiados virus o bacterias, convirtiendo a las infecciones y al dolor de garganta en una rutina para las personas afectadas. En ambos casos, los daños que originan son superiores a sus beneficios.
En un primer momento, podría pensarse que la extracción de las amígdalas se traducirá en un impacto negativo en la salud de los pacientes, pues se estaría arrebatando una de las murallas del sistema inmunitario. Pero la realidad no es esa, dado que nuestro sistema cuenta con muchos otros mecanismos de defensa y el papel de las amígdalas en los adultos es meramente testimonial.
Esta cirugía es más frecuente entre los niños y niñas. ¿El motivo? El volumen de las amígdalas va incrementándose durante los primeros años de vida conforme entran en contacto con diferentes patógenos, y es precisamente en estas edades tempranas cuando alcanzan sus dimensiones máximas. A medida que pasa el tiempo los problemas de amígdalas son menos habituales, aunque tampoco es extraño realizar la amigdalectomía en adultos, si bien el porcentaje es mucho más reducido.
Ahora bien, ¿en qué condiciones los profesionales de la salud suelen recomendar la amigdalectomía en adultos?
¿Amigdalitis o apnea del sueño?
A pesar de que hay diversas causas por las que se tiende a poner en marcha la amigdalectomía en adultos, las dos afecciones más comunes son la apnea obstructiva del sueño y la amigdalitis.
La primera de ellas, una de las alteraciones del sueño más extendidas, está relacionada directamente con el tamaño de las amígdalas. Si crecen en exceso, estos tejidos podrían bloquear la vía aérea, desencadenando problemas muy severos para respirar durante el sueño.
Esta alteración anatómica es una de las responsables de los ronquidos y de la apnea obstructiva del sueño, una enfermedad caracterizada por las interrupciones de la respiración mientras se duerme debido a ese estrechamiento de las vías. Para recuperar la respiración y evitar una disminución considerable de los niveles de oxígeno, el cuerpo sufre una serie de microdespertares.
Esta afección no solo perjudica el descanso y la calidad del sueño, sino que también genera somnolencia durante el día y eleva las probabilidades de sufrir accidentes de tráfico, enfermedades coronarias, hipertensión, diabetes tipo 2 o depresión, entre otras.
En estos casos, la amigdalectomía en adultos puede combinarse con la adenoidectomía (la extirpación de las adenoides, un tejido de la parte alta de la garganta o rinofaringe que refuerza la protección contra infecciones) o la faringoplastia (una cirugía que trata de evitar los bloqueos respiratorios mediante cambios en la anatomía de la faringe y paladar).
Por otra parte, es usual extirpar las amígdalas cuando estas se infectan con mucha frecuencia por bacterias. Además de la inflamación de estos tejidos, la amigdalitis, conocida popularmente como anginas, también provoca fiebre, dolor de garganta, dificultades para tragar e inflamación de los ganglios linfáticos cercanos del cuello.
Esta patología está al orden del día entre los niños en edad escolar, de 5 a 15 años, que entran en contacto con infinidad de gérmenes y se contagian entre sí. Sin embargo, a veces puede afectar a personas mayores, que podrían verse atormentadas por la amigdalitis recurrente.
Por regla general, la solución quirúrgica suele considerarse cuando en el último año se han padecido siete o más infecciones de esta naturaleza.
Antes de valorar la cirugía, los especialistas recetarán antibióticos para acabar con la infección bacteriana. Pero si estos no surten efecto, y las infecciones continúan, podría ser necesario emprender la amigdalectomía en adultos.

Cómo se realiza la amigdalectomía en adultos
Normalmente esta es una intervención breve. Suele rondar la media hora de duración, aunque podría alargarse un poco más en función de la gravedad y las circunstancias específicas de cada paciente.
La amigdalectomía en adultos se efectúa a través de la boca abierta, de modo que no es necesario realizar ninguna incisión para acceder a la zona y, por consiguiente, no queda ninguna cicatriz visible.
Los cirujanos hacen pequeños cortes para resecar las amígdalas y, a continuación, cauterizan los vasos sanguíneos afectados. Con frecuencia se extirpan con la ayuda de un escalpelo o tijeras, aunque existen otras técnicas que emplean el bisturí eléctrico, láser, plasma o la radiofrecuencia.
Tradicionalmente se erradicaban en su totalidad, pero gracias a la amigdalectomía intracapsular es posible retirar tan solo el tejido afectado y dejar una capa que proteja los músculos y los vasos sanguíneos. Este procedimiento entraña múltiples ventajas: no solo acelera la recuperación, sino que supone una disminución del dolor y del riesgo de hemorragias.
La amigdalectomía en adultos se realiza con anestesia general, de manera que los pacientes, que deben ayunar las 6-8 horas previas a la entrada en quirófano, y no experimentan ningún tipo de malestar durante la intervención.
Esta cirugía puede llevarse a cabo de forma ambulatoria, por lo que las personas intervenidas pueden regresar a su hogar a las pocas horas. Sin embargo, en ocasiones es conveniente que permanezcan ingresadas en el hospital durante un día para que el equipo médico pueda supervisar de cerca su evolución.
La recuperación tras la amigdalectomía en adultos
Muchas de las preocupaciones de las personas que se someten a la operación de amígdalas se centran en lo que viene después. ¿Es doloroso el postoperatorio? ¿Qué puedo comer? ¿Qué complicaciones debería tener presentes? ¿Cuándo podría reincorporarme al trabajo?
Los primeros días del posoperatorio no es extraño experimentar algunas de las secuelas más comunes de la amigdalectomía en adultos, como el dolor en la garganta, en los oídos, en el cuello o en la zona del hueso maxilar. A veces, estas vienen acompañadas de otras manifestaciones como febrícula, náuseas, hinchazón, dificultades para dormir o mal aliento, originado este último por las costras que se forman y que desaparecen al cabo de una semana.
Para agilizar el proceso de recuperación hay que seguir al pie de la letra las indicaciones de los médicos. Estos suelen recomendar guardar reposo durante una semana y abstenerse de realizar esfuerzos o actividad física intensa. Asimismo, es usual que receten analgésicos o antiinflamatorios para paliar el dolor.
En lo que respecta a la dieta, los pacientes deben beber abundantes líquidos y tomar comidas blandas y fáciles de tragar, como los purés. Hay que evitar en la medida de lo posible los alimentos duros que puedan dañar o rozar la zona operada, así como los alimentos ácidos, calientes o condimentados. Al mismo tiempo, el consumo de alimentos fríos como los helados ayuda a calmar las molestias y reducir la inflamación después de la amigdalectomía en adultos.
Generalmente, el postoperatorio se completa a los diez o quince días, cuando las personas intervenidas ya pueden retomar sus actividades habituales y reincorporarse nuevamente a su puesto de trabajo o a las clases.
En ocasiones, el malestar es muy significativo. Ante estas situaciones se debe buscar atención médica urgente, sobre todo cuando hay fiebre superior a 38 grados, dolor no controlable pese al tratamiento pautado, sangrados intensos de color rojo brillante, problemas serios para comer y beber, vómitos con sangre o dificultades para respirar.
Los médicos realizarán una exploración completa, darán respuesta a los posibles problemas y garantizarán la correcta recuperación tras la amigdalectomía en adultos.