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No hay una sola dieta para la tiroides: El hipertiroidismo y el hipotiroidismo son dolencias contrarias que se pueden beneficiar de hábitos alimentarios opuestos
Se calcula que alrededor de un 10% de la población española tiene problemas de tiroides, siendo más habitual entre las mujeres. En Galicia, unas 250.000 personas padecen enfermedades tiroideas y más de la mitad lo desconocen. Muchos de estos casos no están diagnosticados porque sus síntomas son leves o se descartan por otras causas.
Las afecciones más comunes asociadas a la tiroides son el hipotiroidismo, el hipertiroidismo, la tiroiditis y el bocio tiroideo. También se pueden dar nódulos en la tiroides y cáncer de tiroides.
La influencia de la alimentación en los problemas de tiroides es motivo de debate. No existe una dieta para la tiroides como tal y, en función de las características individuales y el tipo de dolencia tiroidea del paciente, las recomendaciones varían. En cualquier caso, la pauta alimentaria es siempre un complemento al tratamiento médico y debe estar supervisada por su doctor.
Veamos en detalle qué se puede incluir en una buena dieta para la tiroides para contribuir a mantener sana esta glándula que regula el metabolismo e influye en casi todas las funciones corporales, desde la digestión a la circulación sanguínea.
¿Qué es y qué hace la tiroides?
La tiroides es una glándula en forma de pajarita o mariposa que se encuentra en la zona baja y central del cuello. Se dedica a producir y liberar hormonas que controlan cómo nuestro cuerpo procesa y utiliza la energía que recibe.
Las hormonas tiroideas –triyodotironina (T3) y tiroxina (T4)– influyen en el crecimiento, la regulación del metabolismo y el mantenimiento de funciones básicas como la respiración, la temperatura corporal, la circulación sanguínea o la digestión.
El funcionamiento de la glándula tiroidea está regulado por la hormona estimulante de la tiroides, la TSH, que se genera en el cerebro. Cualquier alteración en esta o las hormonas tiroideas es indicativa de una enfermedad de tiroides. Un análisis de sangre para detectar los niveles de TSH, T3 y T4 es la prueba de diagnóstico más comúnmente utilizada.
En la producción de las hormonas tiroideas es imprescindible el yodo, un elemento que no se produce de forma natural en el cuerpo humano. Por tanto, una dieta para la tiroides en una persona sana debe incluir yodo en los alimentos o como suplemento.
Las mujeres tienden a tener más problemas tiroideos. En concreto, durante el embarazo, la tiroides de la madre incrementa la producción hormonal para cubrir las necesidades del feto, especialmente en las primeras semanas de gestación. Un embarazo con hipotiroidismo materno no controlado puede provocar daños en el desarrollo del bebé.
Síntomas y tratamientos de las enfermedades tiroideas
Las patologías más comunes de la tiroides están relacionadas con un desequilibrio hormonal. El hipertiroidismo se da por una sobreproducción de hormonas tiroideas, y el hipotiroidismo, por un déficit de producción.
Hipertiroidismo y enfermedad de Graves
Cuando la glándula tiroides está hiperactiva, produce más hormonas de las que el cuerpo necesita. Esta alteración tiende a acelerar el metabolismo, generando síntomas como palpitaciones, sudores, temblores en las manos, ansiedad, mayor sudoración, debilidad muscular o pérdida de peso.
La causa más frecuente de hipertiroidismo es la enfermedad de Graves, una alteración del sistema inmunitario por la que nuestros propios anticuerpos atacan a la tiroides, estimulando su crecimiento y, por tanto, la producción de hormonas tiroideas.
Dependiendo de la intensidad y gravedad de los síntomas, el hipertiroidismo se puede tratar con medicamentos antitiroideos, que bloquean o limitan cómo la tiroides procesa el yodo, reduciendo la producción hormonal.
En los casos más graves, se puede administrar un tratamiento con yodo radioactivo, que daña el tejido tiroideo, o realizar una operación de tiroides para retirar la glándula por completo. En ambos casos, el paciente deberá tomar hormonas tiroideas sintéticas de por vida para reemplazar la función tiroidea natural.
Hipotiroidismo y enfermedad de Hashimoto
En el extremo opuesto, el hipotiroidismo se produce cuando la glándula tiroidea no segrega niveles suficientes de hormonas para el correcto funcionamiento celular. En esta situación, las funciones vitales se ralentizan y nos sentimos sin energía.
Los síntomas del hipotiroidismo son muy variados y bastante difusos. Cansancio, somnolencia, mayor sensibilidad al frío, pérdida de memoria, estreñimiento, sequedad en la piel… Todos ellos son fácilmente atribuidos a otras causas, especialmente si son leves.
A menudo se asocia el hipotiroidismo con el aumento de peso, pero solo en los casos más extremos sin tratar se puede dar un aumento significativo debido a la retención de líquidos. En la mayoría de casos, los síntomas son progresivos y el tratamiento ayuda a controlar los efectos.

La enfermedad de Hashimoto es la causa más común de hipotiroidismo. Es un trastorno autoinmune contra la tiroides por el que, al contrario que ocurre con la tiroiditis de Graves, las células tiroideas son destruidas por los anticuerpos y la función tiroidea se reduce.
Hablando de la influencia que tiene la dieta para la tiroides, el déficit de yodo sigue siendo una de las principales causas de hipotiroidismo en las regiones del mundo donde no se ha incorporado la sal yodada a los estantes de los supermercados.
Para quienes se preguntan si el hipotiroidismo es curable, no lo es. Es una condición crónica que, con el tratamiento hormonal adecuado, permite llevar una vida normal. El ejercicio y una saludable dieta para la tiroides contribuyen a mantener el bienestar de los pacientes.
Tiroiditis
La tiroiditis es una inflamación de la glándula tiroidea relacionada con un problema inmune o una infección viral. Es un término general que engloba diversas patologías.
Una tiroiditis puede provocar un exceso puntual de producción de hormonas tiroideas o tirotoxicosis, cuyos síntomas son similares al hipertiroidismo. Si la inflamación persiste y daña las células tiroideas, puede provocar una disminución de la producción hormonal, con síntomas de hipotiroidismo. Ambos casos se tratan con medicación.
Bocio, nódulos y cáncer de tiroides
Otras afecciones que puede padecer la tiroides son el bocio, los nódulos y el cáncer de tiroides. El bocio difuso es un aumento de tamaño anormal de la glándula de forma homogénea, mientras que en el nodular se produce un crecimiento irregular en forma de uno o más bultos.
En ocasiones, un bulto en el cuello puede resultar ser un carcinoma de tiroides. Este tipo de cáncer, así como el bocio y los nódulos, son patologías curables mediante cirugía.
¿Qué influencia tiene la dieta para la tiroides?
En cuanto al papel que tiene la dieta para la tiroides saludable, la respuesta es relativa. Como todo lo relacionado con la salud, una alimentación equilibrada y ejercicio habitual contribuyen a mantener nuestro cuerpo en buen estado. Pero la dieta, por sí sola, ni provoca ni cura enfermedades tiroideas. Dicho esto, algunos nutrientes pueden tener cierta influencia en la función tiroidea.
El yodo es el elemento con mayor impacto en la dieta para la tiroides, ya que es la materia prima fundamental para la producción de las hormonas tiroideas. El cuerpo humano no genera yodo de forma natural, así que debe ingerirse con los alimentos o en forma de suplemento.
Como hemos mencionado anteriormente, la introducción de la sal yodada en los años 20 del siglo XX solventó el déficit de yodo en España y en muchos otros países, reduciendo la incidencia de bocio e hipotiroidismo. Alimentos ricos en yodo son los pescados, mariscos, algas, ajo, lácteos, huevos y frutos secos.
El selenio también contribuye al buen funcionamiento de la glándula tiroides. Se ha demostrado que niveles demasiado bajos de este mineral incrementan el riesgo de desarrollar bocio y nódulos tiroideos. El selenio está presente en alimentos como el marisco, atún, pollo, huevos, lácteos, huevos y cereales integrales.
En el otro lado de la balanza, los alimentos bociógenos disminuyen la absorción de yodo por parte de la tiroides, reduciendo la producción de hormonas tiroideas. Algo positivo para el hipertiroidismo y negativo para el hipotiroidismo.
Alimentos bociógenos son todos los de la familia de las coles, nabos, rábanos, yuca, soja, nueces y semillas. El efecto antitiroideo de estos productos se reduce con la cocción y, en todo caso, tendrían que consumirse en grandes cantidades para producir efectos notables.
Otros elementos recomendados en alguna dieta para la tiroides, como zinc, magnesio, hierro y cobre, o la influencia negativa del gluten, no están avalados por suficiente evidencia científica.
Simplificando mucho: Una persona sana con una dieta variada recibe la cantidad necesaria de nutrientes para el correcto funcionamiento de la glándula tiroides. Un paciente con hipertiroidismo se puede beneficiar de una dieta baja en yodo, especialmente en las semanas previas y posteriores a un tratamiento con yodo radioactivo. Y alguien con hipotiroidismo podría consumir más alimentos ricos en yodo y evitar los alimentos bociógenos.
Pero cada caso es diferente y las circunstancias individuales del paciente influirán en las pautas de alimentación recomendadas. Por ejemplo, ciertos alimentos pueden interferir con la medicación para el hipotiroidismo. Por ello, es importante tomarse las recomendaciones dietéticas con moderación, siempre como un complemento al tratamiento médico, y bajo la supervisión de su doctor.


