Vértigos cervicales: en qué se diferencian del vértigo paroxísitico benigno

Los vértigos cervicales pueden suelen sufrirse por lesiones en la zona del cuello.

Los vértigos cervicales aparecen a raíz de golpes o lesiones en la zona cervical, mientras que el vértigo paroxístico benigno es una dolencia del oído interno que afecta a un gran número de personas

El mundo tambaleándose a nuestro alrededor durante unos segundos. Esta sensación, aunque pueda parecer sorprendente, es común para un porcentaje de la población. Podemos llamarle de varias maneras dependiendo de los síntomas del paciente: mareos, vértigos, inestabilidad…

Padecerlos es algo relativamente frecuente hoy en día y estos pueden desarrollarse por diferentes motivos: desde motivos cervicales por lesiones hasta otros provocados por alteraciones en el oído interno, siendo ejemplo de este último el vértigo paroxístico benigno.

Los vértigos cervicales, también conocidos como mareos cervicogénicos, suelen presentarse en aquellos pacientes que han sufrido problemas en el cuello siendo alguno de los más comunes los latigazos cervicales o esguinces. Por otro lado, el vértigo paroxístico benigno no es provocado por una dolencia temporal, si no que el paciente puede padecer episodios de vértigo a lo largo de su vida de no tratarse.

Además, el vértigo paroxístico benigno, aunque es la más común, no es la única de estas afecciones que es provocada por problemas en el oído. También podemos padecer vértigos por la enfermedad de Ménière, inflamaciones del nervio vestibular o laberintitis, entre otras.

Diferencias en los síntomas de los vértigos cervicales y el vértigo paroxístico benigno

Es necesario hacer una pequeña diferenciación. Ya que los vértigos cervicales son síntomas de problemas físicos en el cuello y las cervicales, mientras que el vértigo paroxístico benigno es una afección de sistema vestibular periférico ubicado en el oído interno.

Los vértigos cervicales suelen aparecer tras esguinces o latigazos cervicales, siendo muy comunes tras un accidente de coche. Estos suelen venir acompañados de dolor cervical y cefalea.



En el caso del vértigo paroxístico benigno, se trata de un trastorno que afecta directamente al oído interno y se produce debido al desplazamiento de los otolitos, unas pequeñas piedras del sistema vestibular, encargado del equilibrio. Esto provoca una falsa sensación de movimiento. Además, puede venir acompañado de náuseas, vómitos o sudoración.

Se desconoce por qué se desarrolla el vértigo paroxístico benigno pero los expertos consideran que este puede ser ocasionado por traumatismos en la cabeza o infecciones entre otras causas, aunque el riesgo de padecerlo aumenta con la edad.

La gran mayoría de las presentaciones de este vértigo paroxístico benigno son de carácter recurrente y desencadenados por cambios en la posición de la cabeza, como puede ser un giro brusco. En el caso del vértigo paroxístico benigno, es necesario acudir a un otorrinolaringólogo para que este pueda diagnosticarlo y proceder con un tratamiento.

Es necesario diferenciar los vértigos cervicales del vértigo paroxístico benigno.

¿Cómo se curan los vértigos cervicales y el vértigo paroxístico benigno?

En el caso de los vértigos cervicales, estos desaparecerán cuando el paciente mejore de la lesión que tenga en el cuello o cervicales. Además, es necesario recuperar un tono muscular adecuado en esa zona para volver a la normalidad.

El caso del vértigo paroxístico benigno es muy diferente. En primer lugar, es necesario diagnosticarlo, por lo que el paciente deberá acudir a un especialista en Otorrinolaringología.

El diagnóstico se realiza a través de la maniobra de Dix-Hallpike. Esta técnica se realiza con el paciente sentado en una camilla con la cabeza girada 45 grados hacia la derecha. Posteriormente, se le tumba de forma que la cabeza permanezca en la misma posición y esta se encuentre colgando de la camilla. Tras unos segundos, si aparece el vértigo, los mareos o nistagmo, se pueden confirmar que el paciente padece vértigo paroxístico benigno.  

Ya conocemos que para dejar de tener vértigos cervicales es necesario recuperarse de la lesión cervical que padecemos. Ahora es momento de conocer cómo tratar el vértigo paroxístico benigno, algo que normalmente es fácil de hacer.

El vértigo paroxístico benigno puede tratarse a través de la maniobra de Epley, la cual es efectiva para acabar con los síntomas del vértigo en el 90% de los pacientes. Se trata de una maniobra en la que se sienta al paciente en una camilla y se gira su cabeza hacia el lado donde siente las molestias.

Tras ello, se le tumba boca arriba con la cabeza en la misma posición para posteriormente girar la cabeza hacia el lado opuesto. Finalmente, se gira el cuerpo del paciente hacia el lado contrario al que produce los vértigos junto con la cabeza. Deberá mantenerse al paciente en cada una de estas posiciones un mínimo de 60 segundos aproximadamente para realizar esta técnica de forma correcta.

Es necesario acudir a una consulta de un especialista en Otorrinolaringología para someterse a esta maniobra, ya que en la misma tendrán todo lo necesario para realizarla. Además, deberán saber que oído es el afectado para así poder proceder con garantías.

Otros tipos de vértigos

Además de los vértigos cervicales y el vértigo paroxístico benigno, existen otro tipo de dolencias que terminan provocando el vértigo. Uno de los casos más comunes es la enfermedad de Ménière. Esta dolencia, que se desconoce por qué se produce, cuenta con diferentes síntomas como pueden ser: fuertes mareos, acúfenos, pérdida de audición y la sensación de taponamiento en el oído.

Aunque es más probable en adultos de entre 45 y 60 años, la enfermedad de Ménière puede presentarse a cualquier edad. En su caso, los episodios de vértigos son mucho más largos que en otro tipo de afecciones, ya que pueden durar entre 20 minutos y 12 horas.

Normalmente, más de la mitad de los pacientes que sufren Ménière mejoran al cambiar su alimentación, o realizar un correcto tratamiento. En el resto de casos, aquellos más graves, es necesario someterse a procedimientos más invasivos o a una cirugía.

Los vértigos también pueden deberse a lesiones en los centros de equilibrio del sistema nervioso central y se conocen como vértigo central. Se trata de un vértigo de intensidad muy variable y sin claros desencadenantes. Puede deberse a esclerosis múltiple, accidentes cerebrovasculares, consumo de ciertos medicamentos o sustancias, Síndrome Wallenberg o tumores cerebrales. En cualquier caso, es importante saber qué hacer cuando se producen estos vértigos, siendo lo aconsejable acudir a urgencias para una rápida valoración.

En definitiva, el vértigo puede aparecer de muchas y diversas maneras, pero siempre es necesario acudir al especialista indicado para poder tratar de manera correcta sus diferentes tipos y presentaciones.

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