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El reflujo faringolaríngeo no provoca ardor como el gastroesofágico, pero es una de las causas más frecuentes de ronquera y faringitis crónica
Muchos pacientes tienen molestias de garganta y ronquera crónica causadas por reflujo faringolaríngeo sin saberlo.
Se estima que el reflujo faringolaríngeo está detrás del 1% de los casos de atención primaria, el 10% de las consultas de otorrinolaringología y hasta la mitad de los pacientes con disfonía. Es una afección frecuente, que a menudo pasa desapercibida por el desconocimiento de sus síntomas.
Cuando uno piensa en reflujo, suele asociarlo con una sensación de ardor, que es el síntoma principal en el reflujo gastroesofágico. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el reflujo faringolaríngeo se presenta sin ardor ni signos estomacales.
Los síntomas del reflujo faringolaríngeo se concentran en la garganta, causando problemas crónicos que pueden afectar a la faringe, las cuerdas vocales y hasta la nariz.
¿Qué es el reflujo faringolaríngeo?
El reflujo faringolaríngeo (RFL) se produce cuando el contenido del estómago asciende por el esófago y llega a la garganta, provocando la irritación de las vías respiratorias superiores (nariz, boca, faringe y laringe).
El esófago es el conducto entre la garganta y el estómago. En cada extremo, tiene una válvula (esfínter) que se abre para permitir el paso de alimentos y bebidas y se cierra para evitar que estos retrocedan.
Cuando el esfínter esofágico inferior no se cierra correctamente a la entrada del estómago, se produce reflujo gastroesofágico (ERGE). Este es el tipo más conocido. Sus síntomas habituales son acidez estomacal, regurgitación y, sobre todo, una sensación de ardor en el pecho causada por la irritación de la mucosa esofágica debido a la presencia de ácidos estomacales en el esófago.
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En el reflujo faringolaríngeo, el fallo se produce en el esfínter esofágico superior, que separa el esófago de la faringe. Cuando esto ocurre, los gases y líquidos estomacales pasan a la faringe y la laringe, llegando incluso hasta la nariz y la boca.
Las mucosas faríngea, laríngea, nasal y bucal son mucho más sensibles que la esofágica. Pequeñas cantidades de ácido y encimas digestivas bastan para inflamar y dañar la garganta, mientras que pueden pasar por el esófago sin irritarlo. Por eso el reflujo esofágico no suele provocar sensación de ardor.
7 signos de reflujo faringolaríngeo
Los síntomas de la enfermedad por reflujo faringolaríngeo se concentran en el área de la garganta. No todos los pacientes experimentan las mismas sensaciones, pero las más habituales están descritas en la siguiente lista:
- Disfonía o ronquera: La inflamación de la laringe, donde se encuentran las cuerdas vocales, puede causar cambios en la voz, haciendo que suene ronca, débil o con un timbre diferente. Alrededor de la mitad de los casos de alteraciones de la voz que se atienden en consulta están relacionadas con el reflujo faringolaríngeo. Normalmente, coexiste con un sobreesfuerzo o mal uso de las cuerdas vocales.
- Tos seca: La tos persistente sin expectoración es un síntoma común en varias afecciones. Si puedes descartar un resfriado o alergia, es probable que esté relacionada con reflujo, sobre todo si es más frecuente por la mañana y después de comer.
- Carraspeo: Los contenidos ácidos gástricos irritan y secan la mucosa de la faringe, provocando la necesidad constante de carraspear o aclarar la garganta.
- Sensación de cuerpo extraño (globo faríngeo): La sensación de tener algo atascado en la garganta y la necesidad de tragar constantemente es común en la faringitis crónica: la inflamación de la faringe causada, entre otros posibles desencadenantes, por el reflujo faringolaríngeo.
- Dolor y dificultad para tragar (disfagia): La mucosa seca e irritada puede causar dolor, especialmente al tragar y al levantarse por la mañana, después de pasar toda la noche sin hidratación.
- Mal aliento (halitosis): Los gases estomacales pueden causar un olor desagradable en la boca que no está relacionado con la higiene bucal. Si llega a irritar la mucosa bucal, puede causar sensación de boca seca y sabor amargo.
- Dificultad respiratoria nasal: De igual manera, si la irritación causada por los contenidos gástricos alcanza la mucosa nasal y paranasal, puede causar dificultad para respirar, congestión y exceso de mucosidad que desciende a la garganta, agravando el resto de síntomas.
Estos síntomas, si se presentan de forma puntual, pueden deberse a afecciones pasajeras, como un resfriado o un proceso gripal. Cuando se experimentan de forma crónica (más de tres meses), pueden ser una pista de que existe un problema de reflujo faringolaríngeo.
Sin tratar, el reflujo faringolaríngeo puede causar faringitis crónica, laringitis crónica, pólipos en las cuerdas vocales y lesiones como el edema de Reinke; así como agravar enfermedades respiratorias como asma y bronquitis.
Si tienes alguno de los síntomas descritos o un dolor de garganta y afonía que persiste más de dos semanas, es recomendable que visites la consulta del otorrinolaringólogo.
Cómo se diagnostica y se trata el reflujo faringolaríngeo
El especialista en otorrinolaringología cuenta con una serie de herramientas para el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad por reflujo faringolaríngeo.
La prueba inicial suele ser una exploración endoscópica de la faringe, la laringe y el esófago para observar directamente el estado de los tejidos y evaluar posibles lesiones.
Si hay sospecha de reflujo faringolaríngeo, una pHmetría esofágica puede confirmar el diagnóstico. Es una prueba que no necesita anestesia: se introduce por la nariz hacia el esófago una sonda con sensores en el extremo para medir los niveles de acidez.
Una alternativa aún menos invasiva es el test de pepsina en saliva, que detecta la presencia de esta encima gástrica en la boca.
Una vez obtenido un diagnóstico preciso, se puede diseñar un plan de actuación específico para el paciente, que dependerá de la gravedad y área de afectación de los síntomas.
Por lo general, el tratamiento para la garganta irritada por reflujo faringolaríngeo combina cambios en la dieta, hábitos saludables y medicación.
En la alimentación, conviene evitar las comidas y bebidas que favorecen la acidez estomacal (grasas, frituras, picantes, alcohol, bebidas gaseosas, café…), las comidas muy abundantes y las cenas justo antes de acostarse.
En función del caso específico, el otorrinolaringólogo puede recetar antiácidos y protectores de la mucosa faringolaríngea y esofágica. Los inhibidores de la bomba de protones, como el omeprazol, se utilizan ocasionalmente, pero funcionan mejor para el reflujo gastroesofágico.
Para el alivio puntual de los síntomas, es recomendable mantener hidratada la garganta con bebidas templadas y nebulizaciones con suero, evitar el humo del tabaco y los cambios bruscos de temperatura, y descansar la voz.