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Un tratamiento adecuado de la rinitis crónica reduce el riesgo de desarrollar otras complicaciones respiratorias, como asma y apnea obstructiva del sueño
La rinitis crónica es una enfermedad habitualmente causada por alergias que provoca moqueo, picor nasal, dificultad para respirar y estornudos.
Si no se trata de forma adecuada, la inflamación puede extenderse de la nariz a otras partes de la cabeza y de las vías respiratorias. La rinitis crónica triplica el riesgo de desarrollar asma y puede provocar apnea del sueño, rinosinusitis y otitis, entre otras afecciones.
En este artículo, te contamos qué es la rinitis crónica y qué opciones de tratamiento existen para reducir sus síntomas y evitar complicaciones mayores para tu salud.
¿Qué es la rinitis crónica?
La rinitis crónica es la inflamación de la mucosa que recubre el interior de las fosas nasales y que se prolonga en el tiempo durante más de tres meses.
En función de la causa tras la inflamación, distinguimos dos tipos de rinitis crónica:
- Rinitis crónica alérgica: Se produce por una reacción a algún tipo de alérgeno presente en el ambiente. La mucosa nasal es la primera barrera protectora ante partículas inhaladas, reteniendo y filtrando buena parte de estas. Si somos alérgicos, el tejido reacciona inflamándose. Se estima que entre un 20% y un 40% de la población tiene rinitis alérgica. Es la forma más común de rinitis crónica. Las alergias más frecuentes son al polvo, los ácaros, las cucarachas, el moho y los epitelios de animales (a menudo se habla de alergia al pelo de los animales, pero en realidad es a esta proteína, presente en la caspa, la saliva, las plumas o las heces).
- Rinitis crónica no alérgica: En menor medida, la rinitis crónica puede estar causada por otros irritantes no relacionados con alergias, que provocan una dilatación de los vasos sanguíneos de las fosas nasales, inflamando y congestionando el área. Por ejemplo:
- Una infección viral (resfriado o gripe) o bacteriana (estreptococo) que no se ha curado bien.
- Un desajuste hormonal causado, por ejemplo, por hipotiroidismo o cambios propios del embarazo o la menstruación.
- Exposición a irritantes ambientales en el trabajo o la vida cotidiana, como gases químicos o contaminantes atmosféricos.
- Ciertos fármacos pueden irritar la mucosa nasal y causar lo que se conoce como rinitis medicamentosa. En particular, el uso excesivo de descongestionantes nasales puede causar una irritación crónica.
- La ingesta de alimentos y bebidas muy calientes o picantes, así como el alcohol, también puede inflamar las membranas mucosas de la nariz.
Los síntomas de la rinitis crónica incluyen prurito nasal (picor en el interior de la nariz), rinorrea acuosa (goteo constante de mucosidad muy líquida y transparente, tanto hacia el exterior de la nariz como hacia la garganta), congestión nasal y estornudos.
El hecho de que la enfermedad sea crónica no significa, necesariamente, que los síntomas se manifiesten de forma constante. Por lo general, estos serán más intensos cuanto mayor sea la exposición a los alérgenos o irritantes.
A menudo se confunden rinitis y sinusitis, pero la segunda se refiere a una inflamación más profunda que afecta a los senos paranasales. Los pacientes con sinusitis a menudo presentan también rinitis, por lo que se conoce como rinosinusitis.
Consecuencias de la rinitis crónica sin tratamiento
Tradicionalmente, no se le ha dado mucha importancia a la rinitis crónica como enfermedad porque no supone un riesgo para la vida del paciente.
Sin embargo, los constantes síntomas de la rinitis alérgica tienen un alto impacto en la calidad de vida y la productividad, tanto en el trabajo como en la escuela, y abren la puerta a otras enfermedades.
La inflamación persistente de la mucosa nasal y la consecuente obstrucción respiratoria y secreción nasal, pueden provocar complicaciones a largo plazo.
En primer lugar, la inflamación de las fosas nasales puede extenderse a las adenoides, causando adenoiditis (vegetaciones), o a los senos paranasales, provocando una rinosinusitis crónica. Con esta afección, es más probable desarrollar pólipos nasales. La inflamación puede afectar también al oído y provocar otitis media.

La obstrucción nasal causada por la rinitis crónica también puede desencadenar una serie de problemas respiratorios, como apnea del sueño y asma. La rinitis crónica sin tratamiento triplica el riesgo de padecer asma, ya que nariz y pulmones están conectados en una vía aérea única y la inflamación crónica de una parte de la vía respiratoria afecta directamente al resto.
Entre otras complicaciones de la rinitis crónica, cabe destacar que la mucosidad que acaba goteando a la garganta de forma constante también puede causar o empeorar los síntomas de laringitis o faringitis, así como amigdalitis, al irritar la mucosa de esas zonas.
En particular, en los niños, la constante respiración bucal debido a la imposibilidad de respirar con normalidad por la nariz provoca también mal desarrollo facial, caries y apiñamiento dentario.
Un buen diagnóstico es fundamental para curar la rinitis crónica
El primer paso para curar la rinitis crónica es obtener un diagnóstico preciso, en manos de un otorrinolaringólogo experimentado, para determinar las causas de la enfermedad. Cuando se trata de una rinitis alérgica, como es el caso en la mayoría de pacientes, se coordina el tratamiento con el servicio de alergología.
Las pruebas habituales para el diagnóstico de la rinitis crónica incluyen estudios de alergia para descartar o identificar alérgenos que estén afectando al paciente, y la exploración mediante rinoscopia o endoscopia nasal para comprobar el estado de las mucosas y detectar posibles alteraciones anatómicas.
En función de los resultados iniciales, se pueden realizar pruebas adicionales, como una rinomanometría de flujo para comprobar la obstrucción de las vías respiratorias o una prueba de imagen (TC) para evaluar el alcance de la inflamación en otras áreas, como los senos paranasales.
Soluciones farmacológicas y quirúrgicas para la rinitis crónica
El tratamiento de la rinitis crónica debe ser personalizado y adaptarse a las circunstancias personales del paciente.
El primer nivel de control de la rinitis crónica está en manos del paciente: Se trata de reducir la exposición a los alérgenos o irritantes que se han identificado como causantes de la inflamación.
Para ello, se recomiendan medidas de control ambiental, como mantener limpio de polvo y ácaros el entorno, realizar limpiezas nasales con suero, y evitar el contacto con los alérgenos identificados.
En segundo lugar, existen fármacos que ayudan a aliviar los síntomas de la rinitis crónica cuando se vuelven molestos, como antihistamínicos en el caso de la rinitis alérgica, o corticoides intranasales.
Una opción interesante por su efectividad en casos de rinitis alérgica es la inmunoterapia. Consiste en la administración controlada de cantidades cada vez mayores de alérgenos al paciente para ayudar a su cuerpo a desarrollar tolerancia inmunitaria.
Finalmente, en ciertos casos, cuando las medidas anteriores no son suficientes para controlar los síntomas, se puede recurrir a la cirugía para mejorar la condición de los pacientes con rinitis crónica.
Las opciones quirúrgicas más frecuentes son la cirugía de cornetes y la rinoplastia funcional, septoplastia o rinoseptoplastia. Estas intervenciones no eliminan la inflamación, pero ayudan a reducir la obstrucción respiratoria y la rinorrea, devolviendo la calidad de vida al paciente.
No está de más recordar que tanto el tratamiento farmacológico como la cirugía deben realizarse siempre con el apoyo y el control de médicos especialistas con experiencia en patologías de la nariz.