Operación de oído: La cirugía para oír mejor

Las técnicas de operación de oído endoscópicas permiten una recuperación rápida y con molestias reducidas

Ante infecciones de oído recurrentes o enfermedades que provocan sordera permanente, una operación de oído puede salvar el mundo sonoro del paciente

Uno de cada diez españoles tiene problemas de audición. En ciertos casos, la solución definitiva pasa por una operación de oído para recuperar audición y eliminar molestias asociadas como dolor, acúfenos o vértigos.

Al hablar de operación de oído en este artículo, nos referimos a una variedad de técnicas quirúrgicas para tratar problemas de diversa índole que afectan, principalmente, al tímpano y la cadena osicular. Esto es, los huesecillos del oído medio: martillo, yunque y estribo.

Es importante tener en cuenta que la cirugía no es la primera opción, sino una alternativa para tratar dolencias recurrentes que no responden a otros tratamientos. Y debe estar siempre precedida de un diagnóstico claro por parte de un médico especialista en Otorrinolaringología.

A continuación, explicamos en qué consisten las técnicas más habituales de operación de oído y en qué situaciones se recomiendan.

¿Cuándo es aconsejable la operación de oído?

El deterioro auditivo no siempre afecta a la vida cotidiana. En muchos casos, se produce de forma gradual o atañe a un solo rango tonal, por lo que la persona, inicialmente, se acostumbra al cambio de forma inconsciente.

Empezamos a percibir el problema cuando la hipoacusia, o pérdida auditiva, se agrava lo suficiente para causar inconvenientes en la vida cotidiana o profesional. De hecho, la pérdida de capacidad auditiva es una de las principales causas que contribuyen al aislamiento social, a la depresión e incluso a la demencia en personas mayores.

En ocasiones, la hipoacusia aparece de forma repentina tras un proceso infeccioso agudo o un traumatismo, por ejemplo. Cuando además se presentan síntomas como dolor, sensación de taponamiento persistente, secreciones o sangrado, es momento de buscar asistencia médica.

Generalmente, las patologías óticas se pueden tratar de forma exitosa sin recurrir a una operación de oído, con una combinación de buenos hábitos de salud auditiva, medicación y tratamiento terapéutico, de ser necesario. Incluso ante una hipoacusia significativa existen excelentes soluciones no quirúrgicas, como los audífonos.

La opción quirúrgica se reserva, usualmente, para casos de patologías recurrentes que no responden al tratamiento conservador, como la infección crónica del oído medio; y para frenar el avance de enfermedades que pueden terminar causando una sordera permanente, como el osteoma, las exóstosis o la otosclerosis.

El médico especialista en Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello es el encargado de valorar las condiciones específicas del paciente, ponderar los riesgos de la operación de oído frente a los beneficios potenciales, y recomendar la mejor opción para la salud auditiva del paciente.

El primer paso, un diagnóstico preciso

En la consulta de Otorrinolaringología, se realizan diversas pruebas diagnósticas para identificar el origen del malestar del paciente y determinar el tratamiento adecuado. El estudio otológico y auditivo suele comenzar con una otoscopia para examinar visualmente y detectar daños en el oído externo y el tímpano. Permite observar problemas como perforaciones timpánicas o tapones de cerumen.

La herramienta más habitual para medir la capacidad auditiva es la audiometría, una serie de test sonoros en diferentes rangos tonales, volúmenes y contextos sonoros. Es una prueba activa donde el paciente escucha una serie de sonidos y comunica su percepción. Permite determinar con precisión el grado de pérdida de audición y evaluar su evolución en el tiempo.

La operación de oído más común en edades avanzadas es la estapedectomía, para recuperar la pérdida auditiva por otosclerosis

La timpanometría, de forma complementaria, mide la movilidad del tímpano y la movilidad de los huesecillos del oído medio. Se introduce un dispositivo en el conducto auditivo que lo sella herméticamente y genera cambios de presión para observar la resistencia o impedancia de la membrana timpánica. Aunque suene aparatoso, es una prueba breve y completamente indolora que permite diagnosticar dolencias como otitis, mucosidad en los oídos u otosclerosis.

Además, como en toda consulta médica, la entrevista al paciente es fundamental para conocer sus hábitos auditivos y su historial familiar, especialmente relevante en casos de patologías congénitas.

De ser necesario, sobre todo si se está valorando una operación de oído, el otorrinolaringólogo puede solicitar pruebas de imagen, como una TAC, para obtener un diagnóstico más preciso antes de la intervención quirúrgica.

Operación de oído, la solución definitiva

Cuando las recomendaciones de salud auditiva y el tratamiento farmacológico y terapéutico no son suficiente, la operación de oído puede ofrecer una solución definitiva a dolencias óticas graves y/o crónicas.

A continuación, vemos algunas de las cirugías utilizadas para solucionar las afecciones del oído más comunes.

Miringoplastia

La miringoplastia es un procedimiento quirúrgico que se utiliza para reparar un tímpano perforado. Consiste en cerrar el orificio en la membrana timpánica con un injerto de tejido del propio paciente, como la fascia del músculo temporal o el cartílago del trago auricular.

El objetivo de esta operación de oído es doble:

  • Proteger el oído medio: La membrana timpánica separa el oído medio del exterior. Cuando hay una ruptura en esta barrera, se eleva el riesgo de infecciones y de padecer otitis crónica.
  • Recuperar audición: La membrana timpánica recoge las vibraciones de las ondas sonoras en el aire y las transmite a los huesecillos del oído medio que, a su vez, las amplifican y transfieren al líquido de la cóclea (el caracol), donde las células ciliadas las traducen en señales eléctricas que viajan por el nervio auditivo hasta el cerebro. Si el tímpano está dañado, no transmite correctamente el sonido.

La perforación timpánica acostumbra a presentarse con una sensación de dolor en el oído que disminuye rápidamente, seguida de pérdida auditiva y/o acúfenos y, en ocasiones, secreción de mucosa con pus o sangre.

Las causas más comunes de rotura de la membrana timpánica son infecciones o un traumatismo. También puede producirse de forma intencional como parte de un tratamiento quirúrgico: La miringotomía consiste en realizar una pequeña perforación en el tímpano para equilibrar la presión del oído medio y drenar líquido en el oído.

La miringoplastia se utiliza como último recurso cuando el tímpano no se regenera por sí solo siguiendo los cuidados pautados por el otorrinolaringólogo. Es una intervención breve, de menos de media hora, que puede requerir anestesia general, dependiendo de la gravedad del caso. Suele abordarse por vía transcanal (a través del conducto auditivo).

Timpanoplastia

La timpanoplastia es una operación de oído que, además de reparar la membrana timpánica, permite revisar y, de ser necesario, reconstruir la cadena de huesecillos del oído medio (martillo, yunque y estribo). Es, por tanto, una combinación de miringoplastia y osiculoplastia.

Se trata de una operación de oído compleja que habitualmente se realiza bajo anestesia general. Puede durar más de dos horas e incluir la colocación de una prótesis para sustituir los huesos deteriorados.

El objetivo de la timpanoplastia es limpiar las cavidades auditivas y reparar las rupturas en el tímpano y el desgaste de los huesecillos causados por una otitis media crónica. Es una cirugía recomendable cuando esta infección es recurrente y no responde al tratamiento conservador.

En ocasiones, las infecciones recurrentes de oído medio pueden desencadenar en una timpanoesclerosis. Se trata de un proceso infeccioso-inflamatorio que genera un crecimiento cicatricial y de depósito de material cálcico tras el tímpano que bloquea la membrana y los huesecillos, impidiendo la correcta vibración de la cadena osicular para transmitir el sonido al oído interno. En ocasiones, la timpanoesclerosis puede ser operada, mejorando la membrana timpánica y retirando los citados depósitos.

La timpanoplastia puede frenar la evolución de la patología infecciosa crónica del oído medio y evitar complicaciones como el colesteatoma: un tumor benigno que crece tras el tímpano, obstruyendo el oído medio y destruyendo los huesecillos hasta causar sordera permanente.

Mastoidectomía

Cuando la infección crónica de oído persiste sin tratar y se ha comenzado a formar un colesteatoma en el oído medio, este continúa creciendo hasta invadir las celdillas huecas de la mastoides, una parte del hueso temporal. La única solución en ese caso es la mastoidectomía, una intervención quirúrgica para extirpar las celdillas infectadas.

Es una operación de oído con muchos años de historia en la otorrinolaringología y que se ha ido sofisticando con el avance tecnológico. Cada vez se tiende a poner freno al problema antes de llegar a estos extremos gracias a un diagnóstico precoz. La mastoidectomía también se realiza como parte del procedimiento de implantación de un implante coclear.

Estapedectomía

La estapedectomía es la operación de otosclerosis, una enfermedad degenerativa que se encuentra entre las causas más frecuentes de sordera en adultos. La otosclerosis provoca un crecimiento exagerado del estribo (huesecillo del oído medio) que le impide vibrar y transmitir sonido al oído interno.

La otosclerosis solo es tratable mediante una operación de oído para sustituir el hueso afectado por una prótesis que permite recuperar la función original del estribo, recuperando la audición perdida. En la estapedectomía se extrae el estribo en su totalidad y en la estapedotomía, solo una parte.

La causa de esta patología no está clara, pero los pacientes afectados suelen tener antecedentes familiares de otosclerosis, por lo que se cree que hay un componente hereditario.

Recuperación tras una operación de oído

Hoy en día, las técnicas endoscópicas de operación de oído permiten una recuperación rápida y con un mínimo de dolor. Siempre que es posible, se prefiere un abordaje transcanal, a través del conducto del oído, o con el apoyo de pequeñas incisiones (endoaural), con lo que apenas hay heridas que cicatrizar. El paciente se va a casa tras recuperarse de los efectos de la anestesia y puede hacer vida normal tras unos días de reposo.

La cirugía retroauricular, con una incisión tras la oreja, puede requerir que el paciente pase la noche en el hospital. Aun así, el período de recuperación no suele extenderse más allá de las dos semanas.

Después de someterse a una operación de oído, es habitual sentir ligeras molestias o sensación de taponamiento. Los síntomas deberían remitir a los pocos días siguiendo las indicaciones específicas para el cuidado postoperatorio del especialista en Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello. Habitualmente, estas incluyen guardar reposo, no exponer el oído al agua y evitar los cambios bruscos de presión (también al toser o estornudar).

En algunos casos, la hipoacusia puede agravarse tras la operación de oído y, de forma excepcional, puede causar una pérdida total de audición. Pero por lo general, la tasa de éxito de la cirugía ótica supera el 90% y ofrece una mejora significativa en la calidad de vida del paciente, que puede volver a oír sin molestias.

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